miércoles, 31 de agosto de 2011

Fr. Tomas Escobar de San Fugencio

El P. Fr. Tomás Escobar de San Fulgencio era natural del pueblo extremeño de Berzocana, provincia de Cáceres, habiendo venido al mundo el 29 de agosto de 1768, y siendo bautizado en la parroquia de San Juan Bautista de aquella villa el 12 de septiembre. Llamábanse sus padres Juan Antonio Escobar y María García Serrana.
.–La partida de bautismo, cuya copia remitió el cura ecónomo de Berzocana don José Alvarez, tomada del libro 9.º de Bautismos, folio 18, literalmente dice así:
«En la iglesia Parroch, de Sn. Juan Bautista de esta Villa de Berzocana de Sn. Fulgo, en doce días del Mes de Septiembre de este año de mil setecientos setenta y ocho, Yo Juan del Cerro Cura teniente de dha. Yglesia Ezorcisce, bautice y puse los Stos. Oleos a un Niño hijo lexitimo de Ju. Antonio Escobal y de Maria Garcia Serrana su mugr. vecos. de esta dha. Villa; y dho. Juan Antonio Escobal es hijo lexitimo de Joseph Escobal ya difunto, y de Maria Diaz su mugr. vecos. de esta dha. Villa; y dha. Maria Garcia Serrana es hija lexitima de Juan Garcia Calbo difunto y de Florentina Serrano su. mugr. vecos. de esta dha. Villa; al qual dho. Niño puse por nombre Thomas Joseph; fue su padrino Dn. Thomas Diez Carrasco y Riero Solapan Veco. de esta dha. Villa a quien adverti el parentesco espiritual qe. avia contraido con dho. bautizado
y la obligación qe. tenía de enseñarle la Doctrina Christiana; y por verdad lo firme. –Juan del Cerro, Rubricado».
Habiendo ingresado en la Recolección Agustiniana, emitió sus votos religiosos en el Convento de la capital de España el 22 de septiembre del año 1784, siendo Prior del mismo el P. Fr. Policarpo de San Antonio, L. J., y Maestro de novicios, el P. Fr. Juan de la Resurrección. Ya no tenemos de él otras noticias hasta que el 3 de febrero de 1806, siendo Lector de Prima en el Colegio de Salamanca, el Padre Vicario General le expidió el título de Lector Jubilado. En el Capítulo Provincial de Castilla, celebrado este mismo año, fue nombrado Rector del Colegio de San Nicolás de Tolentino de Alcalá de Henares, en el que le cogió la invasión francesa, con todas sus consecuencias.
En el Capítulo Provincial de abril de 1818 fue elegido Prior del Convento de Madrid, y cuando, por efecto de la orden del Gobierno constitucional, la comunidad se vio obligada a elegir su Prelado local, ésta nombró al mismo P. Escobar. Durante todo su Priorato, que comenzó el 11 de abril del citado año 1818 y terminó en el Capítulo de mayo de 1824, a pesar de la difícil situación económica del convento madrileño, se pudieron hacer estas adquisiciones y reparaciones: doce sillas y seis vasos grandes y seis pequeños para la celda prioral; dos colchones y dos fundas y compostura de otros quince colchones; dos tablones de cama; una mesa, un estante, diez sitiales, una silla y cinco cuadros para la celda prioral; compra de un Ritual, que era del Convento, un Diccionario de Ambrosio Calepino, un libro titulado Socorro contra envenenados, el Flos Sanctorum de Ribadeneira en seis tomos, las obras de Tirino, tres tomos de Natal Alejandro, cuatro de sermones de Beira, la Concordancias de la Biblia, Catecismo de San Pío V, El Concilio de Trento en latín y castellano, Biblioteca Augustiniana y los tomos primero y sexto del Tricalec; un estante para la librería; un atril para el coro; once peludos para el coro y celda prioral; mesa para una celda; un cáliz de plata, que era del Convento de Maqueda; otro nuevo con pie de bronce plateado, copa, patena y cucharilla de plata; un alba con amito y cíngulo, mas otros tres cíngulos de seda; otras tres albas con un roquete todo nuevo y con encajes; compostura de dos albas; siete varas de encaje, para dos albas más, y un misal nuevo. Se reedificó el pozo de la noria, invirtiéndose en ello diez mil ochocientos cuarenta reales, y luego otros mil en acodar y asegurar la fábrica de dicho pozo, que empezó a resentirse; se gastaron seiscientos reales en levantar las paredes que mediaban con el corral y puerta de la huerta, y otros dos mil seiscientos en retejar el Convento.
En el Capítulo Provincial de Filipinas de 1825 fue puesto en el primer lugar de la terna de Discreto primero para el Capítulo General próximo, y, efectivamente, asistió como tal Discreto a dicho Capítulo, que, como hemos visto, se celebró el año 1829. Entonces era nuestro biografiado Prior del Convento de La Viciosa, elegido en el Capítulo de Castilla de 1827. En el
Capítulo siguiente asciende al Provincialato. Pero no terminó el tiempo de su trienio al frente del gobierno de la Provincia, pues el 19 de enero de 1833 fallecía, el P. Vicario General, sucediéndole en el cargo el Provincial de Castilla, que era nuestro P. Escobar, y a éste le sustituyó como Rector Provincial el P. Fr. Juan Algora de Nuestra Señora de Guadalupe. Tiempos difíciles en extremo, horas verdaderamente amargas esperaban al nuevo Vicario General. En el mismo año 1833 estallaba la guerra civil, la guerra carlista. Al año siguiente tenía lugar en Madrid la matanza de religiosos, que luego en 1835 se reproduce en varias ciudades. Ciertamente que no debió haber víctimas entre los agustinos recoletos, pues no hay constancia de ello, pero sí sabemos que la comunidad del Colegio de Zaragoza vióse obligada a huir precipitadamente por una puerta secundaria en la noche del 5 de junio del citado año 1835, acogiéndose al amparo del cercano castillo de la Aijafería, y que el Convento de Barcelona se pudo librar de la furia de las turbas gracias a los soldados del próximo cuartel de Atarazanas, en el que luego se refugiaron los religiosos. Ninguna de las dos comunidades podría retornar ya más a su amada casa.
Nuestro P. Tomás Escobar, poco después de los sangrientos sucesos de Madrid de junio de 1834, creyó conveniente para su seguridad buscar refugio en su pueblo natal, Berzocana. Ya no volvió a la capital de España.
Con fecha 29 de marzo de 1835, desde su mismo pueblo, dirigió un escrito al señor Nuncio rogándole que tuviera a bien dispensar la celebración del Capítulo Provincial de Aragón y la del General de la Recolección, los cuales debían tener lugar en el referido año, pero que, por la crítica situación en que se hallaba el país, no sería posible la reunión de los respectivos capitulares.
Contestóle el señor Nuncio diciéndole que, oyendo primero a los Padres Provinciales y a sus Definitorios y teniendo presente lo que disponen las Constituciones y la Bula Piana, en unión del Definitorio General, le informase lo que se le ofreciere sobre el asunto. En el mes de agosto, no pudiendo reunir, por las circunstancias reinantes, a los Definidores Generales, remitióles a cada uno de éstos una comunicación exponiéndoles toda la cuestión y dándoles cuenta, a la vez, de los dictámenes favorables recibido ya de los PP. Provinciales y sus Definitorios. Pero los infaustos acontecimientos se habían ido precipitando y... ya no hubo lugar a ulteriores actuaciones. Pues el Gobierno había decretado el 25 de julio la supresión de todas las casas religiosas que no contasen con doce individuos profesos, de los que dos terceras partes, por lo menos, debían ser de coro. Y luego, el 8 de marzo del año siguiente se daba el golpe final a las Órdenes Religiosas de varones con otro decreto, por el que se extinguían todos los conventos de las mismas, con la sola excepción de los llamados Colegios de Misioneros de Valladolid, Ocaña y Monteagudo —pertenecientes a los agustinos ermitaños, a los dominicos y a los recoletos, respectivamente—, y asimismo de las casas de los escolapios y de los hospitalarios de San Juan de Dios. El decreto del 25 de julio ya ofreció motivo para la supresión de todos nuestros conventos, cuya incautación tuvo lugar, en general, en el mes de septiembre del mismo año 1835, a excepción del de Madrid, cuyos religiosos fueron obligados a abandonarlo el 18 de enero del año siguiente.


Texto extraido de "Historia general de la orden de recoletos de San Agustin"

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