Un Ramo es un canto religioso, compuesto como consecuencia directa de
una manda e interpretado públicamente por varias personas como muestra de
agradecimiento a un Santo, un Cristo o una Virgen.
En el Ramo debe contarse, para que surta los efectos deseados y evitar
que se repita la catástrofe, el problema acaecido, pero sobre todo la solución
acontecida tras la intervención sobrenatural de la deidad a la que el devoto se
encomendó. Siempre debe dejarse patente la voluntad inflexible que hubo en su
día de pagar la manda a través del Ramo y, en muchos de ellos, para que las
cosas queden claras y se publiquen los poderes del icono religioso a quien se
le dedica y obró el prodigio, se narran con pelos y señales la vida y milagros
del Santo, Cristo o Virgen a quien va dirigido el Ramo, más que nada para que no haya dudas de su poder y
munificencia.
Suele interpretarse en las fiestas
patronales, durante el ofertorio de la misa y le concierne, por regla general a
los mayordomos de ese día, la responsabilidad del mismo.
El canto del Ramo lo interpreta un coro de mujeres que acompaña a un grupo de
hombres portadores de un gran ramo vegetal adornado con cintas de colores,
campanillas y dulces que penden de sus ramas. Este ramo vegetal puede ser de
formas y tamaños variados, llegándose a conocer algunos que deben ser portados
en andas entre cuatro hombres por el enorme volumen que poseen. A veces
acompaña también a las cantoras el ritmo de un tamboril, pero por lo general el Ramo se interpreta a capela.
Un Ramo se inicia con la petición del permiso para cantar, referida tanto a dicho Ramo como para poder hacerlo dentro
del templo. Y nada católico debía ser el asunto del Ramo antes de ser cristianizado cuando necesitaba de tales
bendiciones y beneplácitos para lograr que el ramajero y las cantoras, con tal baluarte
vegetal, penetrasen en el templo y dijeran allí
lo que iban a decir. En efecto, la religión cristiana sincretizó muchos
ritos anteriores que estaban bien arraigados en la cultura popular pagana y que
no tuvo posibilidad ni medio de desarraigar de las costumbres. Pero a cambio
exigió que pasaran por su aro todos ellos y que inclinaran la cabeza ante sus
dioses. Hay que decir también que ha sido gracias a la propia iglesia de la
única manera que hoy estos rituales han podido sobrevivir hasta nuestros días. Con
todo, hay que considerar que el emparejamiento del Ramo con los Santos cristianos, debió ser en un principio
un asunto peliagudo.
Los ramos, a lo largo de la geografía española, tienen
diversos significados y distintas modalidades. A veces el ramo consiste en
cantar las glorias y favores de un santo cuya devoción está muy arraigada en el
pueblo, es el caso de Berzocana. En ocasiones los ramos, en cuanto cantares
alegres, están relacionados con "los Mayos" y las "marzas",
donde además de las estrofas profanas dedicadas a los meses del año, se cantan
canciones a María para pedirle protección sobre los frutos del campo.
SIGNIFICACION DE LOS
RAMOS
El ramo, ante todo, tiene un carácter de culto del pueblo. Se canta para alejar un mal que cae sobre la comunidad entera, es como un exvoto colectivo.
El ramo se canta y se ofrece sólo por el pueblo, el sacerdote tiene la única misión de presidirlo; se le pide permiso para haberlo porque de alguna manera se le reconoce como autoridad en el pueblo, pero sólo se le pide permiso como se le pide también a "la Señora Justicia", no como mediador de una divinidad. El cura lo preside, pero no tiene ningún papel activo en su ofrecimiento, hasta el punto de que el ramo es recogido por el sacristán o por el Mayordomo de la cofradía, porque la cofradía también es otro instrumento de devoción al margen de la jerarquía eclesiástica. Por decirlo de alguna manera, la función del cura en las funciones populares es meramente honorífica y se puede prescindir de él llegado el caso, sin que por eso el acto cultural desmerezca.
La religiosidad popular es comunitaria y el carácter comunitario de los ramos queda patente en que todo el pueblo participa; las personas que lo cantan de una manera activa y el resto del pueblo de una manera pasiva, asistiendo a escuchar las estrofas y sintiéndose identificado con el rito, puesto que el ramo ha sido confeccionado con la cera, fruto de las dádivas de todos.
El ramo, ante todo, tiene un carácter de culto del pueblo. Se canta para alejar un mal que cae sobre la comunidad entera, es como un exvoto colectivo.
El ramo se canta y se ofrece sólo por el pueblo, el sacerdote tiene la única misión de presidirlo; se le pide permiso para haberlo porque de alguna manera se le reconoce como autoridad en el pueblo, pero sólo se le pide permiso como se le pide también a "la Señora Justicia", no como mediador de una divinidad. El cura lo preside, pero no tiene ningún papel activo en su ofrecimiento, hasta el punto de que el ramo es recogido por el sacristán o por el Mayordomo de la cofradía, porque la cofradía también es otro instrumento de devoción al margen de la jerarquía eclesiástica. Por decirlo de alguna manera, la función del cura en las funciones populares es meramente honorífica y se puede prescindir de él llegado el caso, sin que por eso el acto cultural desmerezca.
La religiosidad popular es comunitaria y el carácter comunitario de los ramos queda patente en que todo el pueblo participa; las personas que lo cantan de una manera activa y el resto del pueblo de una manera pasiva, asistiendo a escuchar las estrofas y sintiéndose identificado con el rito, puesto que el ramo ha sido confeccionado con la cera, fruto de las dádivas de todos.
El ramo se ofrece, a la devoción más popular dentro del pueblo, en este
caso a los Santos San Fulgencio y Santa Florentina, que se honra con cofradía,
a la que en general pertenecen todos y sólo los que son vecinos. Se menciona
asimismo también a todos los santos "que están en el Santo Templo",
lo cual nos muestra otra faceta de la religiosidad popular, la de recurrir a
cuantos más santos mejor para conseguir las cosas. En las Iglesias de la Edad
Media procuraban tener el mayor número de reliquias posibles, porque así se
tenía más protección.
Tiene un carácter social: No es que el carácter social sea algo
distinto al religioso en estas manifestaciones de culto, puesto que toda
oración por el mero hecho de serlo es social, sino que en este caso el carácter
social y comunitario es mucho más patente. Asisten todos al acto porque todos
se sienten reflejados en la ofrenda. Se ponen en común una serie de debilidades
personales por todos conocidas, se piden perdón unos a otros. Las estrofas
finales de los ramos predican unidad y amor entre "todos" como única
solución para acabar con "los malos temporales" y poder desarrollar normalmente
la vida cotidiana:
Echainos la bendición
San Fulgencio y
Florentina
Echainos la bendición
que nos vamos de esta
villa.
Hinquen todos la rodilla
Adorando al sacramento
Y echainos la bendición
Que nos vamos a su
templo.
La palabra "todos" se repite en las estrofas
de ofrecimiento. El pueblo uno, diríamos, es además del protagonista el que
sale beneficiado de estos actos, ya que el hecho de reunirse detrás de un mismo
rito refuerza la cohesión interna de la aldea, aglutina a la gente sufriente y
víctima de la misma adversidad y contribuye a estrechar los lazos de hermandad
y buena vecindad tan necesarios para la pervivencia de la colectividad.
LA CREACIÓN LITERARIA
La composición literaria la crean una o varias personas de la misma
comunidad; a grandes rasgos, podemos decir que representa el pensar y el sentir
de la comunidad, con ciertos matices individuales si el ramo es ofrecido a
título personal. Metafóricamente hablando, cada ramo contiene el sustrato del
alma del pueblo, y al cantarlo año tras año, se repiten en el tiempo, promesas,
deseos, milagros, curaciones o agradecimientos.
El versificador recurre a una métrica sencilla y a un excelente hilo
argumental, narrado con viveza y sentimientos; generalmente utilizan palabras
clave y verbos de acción, en positivo y en plural, del tipo: damos, ofrecemos,
visitamos, divulgamos, pedimos, seguimos; gozamos, sentimos. Predomina la
composición corta, generalmente cuartetos de rima consonante o asonante, de la
segunda estrofa con la cuarta, del tipo:
Para empezar a cantar
Para empezar a cantar
La copla de nuestro ramo
Necesitamos tu gracia
Jesucristo soberano.
Es de destacar que ritmo y tonada se repiten con mucha frecuencia y la
sensación que se percibe al escucharlas es la de un híbrido entre gesta, cantar
de ciego o romance interpretado por juglares medievales. Esa libertad de
movimiento, unida al ingenio del compositor, son algunas de las claves que le
permiten aflorar sentimientos y conectar de forma efectiva con el público
asistente.
El texto de los ramos consta de tres partes bien definidas: Cantos de
entrada, parte central y despedida. Los cantos de entrada lo suelen ser de
cortesía, donde se pide a los responsables del pueblo permiso para entrar en el
templo, el permiso de Jesucristo, de los Santos.
Para empezar a cantar
Para empezar a cantar
La copla de nuestro ramo
Necesitamos tu gracia
Jesucristo soberano.
Para empezar a cantar
La licencia ya tenemos
Que nos la dio
Florentina
Y su hermano San
Fulgencio.
El nudo, o parte central, incluye varios versos, la letra hace mención a
los hechos de forma estructurada, incidiendo en la petición de tipo preventivo,
curativo o de acción de gracias.
De Cartagena vinieron
De Cartagena vinieron
San Fulgencio y
Florentina
De Cartagena vinieron
A reinar aquesta villa.
Por la pérdida de España
Huyendo e la tirania
Los trajeron a esta tierra
Los clérigos de Sevilla.
Cerca de seiscientos
años
Estuvieron escondidos
Hasta que el señor
dispuso
Que fuesen aparecidos.
En la despedida se solicita la bendición:
Echainos la bendición
San Fulgencio y
Florentina
Echainos la bendición
que nos vamos de esta
villa.
Hinquen todos la rodilla
Adorando al sacramento
Y echainos la bendición
Que nos vamos a su
templo.
Los ramos son patrimonios orales, musicales y literarios de gran valor,
muchos de ellos, permanecen archivados en la memoria de nuestros mayores, por
ese motivo, tienen fecha de caducidad.
Juan José Camison, El Ramo en la provincia de Cáceres,
REVISTA DE FOLKLORE
Caja España
Fundación Joaquín Díaz
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